jueves, 20 de octubre de 2011

-¿ME DAS UN CIGARRO? -NO, PORQUE ES MIO.

-¿Me das un cigarro?
-No, porque es mío.
Así era y así fue siempre Ezequiel, Zeque para los amigos que
creía tener. Huraño, avaro, usurero, husmia, egoísta, tragón,
agonías, pesetero, agarrado, cacoso, miserable, cabrón e
hijoputa. Esta vez era por un cigarro que le había pedido una
chavala, pero siempre hacia lo mismo.
-Oye, Zeque, ¿te vienes esta tarde a ver El Señor de los
Anillos?
-¡Al cine voy a ir yo, con las clavadas que meten!. Yo iba
antes, cuando costaba diez duros.
-¡Joder, valiente! ¿Al estreno de Ben-Hur?
Y así con todo.
Sábado por la tarde. Agosto. Un calor de la hostia. Toda la
panda atracándose de birras frescas y Zeque silbando por no
gastar.
-¿Vamos a otra iglesia? -pregunto Javi.
-¡Venga, vamos! -le contestaron, y salieron del bar.
De camino se les acercaron dos tíos a pedir tabaco, y fueron a
dar con el mas indicado…
-Oye, amigo… ¿Tienes un cigarro? -le pregunto uno de ellos a
Zeque.
-¡Que os le de vuestra puta madre! ¡Lo que tenéis que hacer es
trabajar! ¡No te jode! -contesto Zeque, que no tenia el día
bueno.
Como era lógico la reacción de los aludidos no se hizo esperar.
Le agarraron y le dieron todas las hostias del mundo mientras
el resto de la cuadrilla se limitaba a mirar como cobraba. Ya les
había preparado movidas de estas muchas veces y antaño si
que acudían a socorrerle, pero ya era mucha mili, y hacia
tiempo que pasaban de el como de comer mierda.
Después de darle una ultima y bien empalmada patada en todos
los cojones los dos tipos se largaron quedando Zeque tirado en
la acera con cuarenta mil hostias encima. Se le acerco Roberto,
otro de la panda, y se agacho para hablarle con un afectamiento
de lo mas cínico.
-¡Joder, Zeque! ¡Vaya hostias que te han pegado! ¿No?
-¡Hijos de puta! ¡Ya veo yo lo que habeís venido a ayudarme!
¡Ay…!
-¡To’ los dias, salao! ¡No te jode!
Un rato mas tarde estaba toda la banda en una cervecería
menos Zeque, que se había ido a casita después del repaso
porque no se tenia en pie. Javi, Roberto, Carlos “el ovejo”,
Selu y Cristóbal comentando la ultima del ausente.
-¡Este miserias un día nos mete en un embolao que nos
cagamos! -decía Selu- ¿Tu te crees que esa es manera de
contestar a nadie?
-¡Por mi ya le pueden dar pol’ culo! -le dijo Roberto.
-¡Ya! ¡Y por mi! ¡Nos ha jodido! ¡Pero es que como no
espabile tiene razón Selu. Un día vamos a pillar todos por su
puta culpa! -contesto Carlos.
-¡Y encima el célemeque ve que pasamos de el y no se da por
aludido y se va a tomar po’l culo! -siguió Selu.
-Lo que tenemos que hacer es darle un escarmiento -Javi.
-¿Cuál? -Roberto- ¿Te parece poco la mano de hostias que se
acaba de llevar?
-¡Yo me he reído…! -Cristóbal, que no había abierto la boca.
-No, joder. -prosiguió Javi- Veréis… El otro día se me ocurrió
una bobada…, pero que me parece que no va a ser tan bobada,
y encima nos podemos reír. A ver, Cristóbal, tu que trabajas en
los juzgados, ¿podrías sacar sobres oficiales y estampar sellos
y cosas así?
-Lo de los sobres creo que si, lo demás lo puedo intentar, ¿por
qué?
-¡Porque va a tener lugar la operación “Reírse del Celemeque”!
-contesto Javi, triunfante.
Cinco días mas tarde, Zeque se encontraba en su casa
comiendo con sus padres y su abuela paterna, que vivía con
ellos, cuando su padre recordó algo.
-¡Ah, Zeque! ¡Se me habia olvidado!. Esta mañana he cogido
del buzón una carta para ti.
-¡Ñamp! ¡Grompf! ¡Blurps! -había cerdos que comían con mas
corrección- ¿Si?
-¡Si, majete, si. De los juzgados! ¿No habrás preparado
ninguna…? ¡Y a ver si aprendes a comer, me cago en Dios!
-¿Yo? ¡Si soy un cachito pan! -contesto Zeque, que para lo que
quería era muy repipi, oighsss, y se levanto a coger la carta, la
llevo a su habitación y la abrió. Decía así:
Señor Ezequiel Adar:
Por la presente le comunico que su tio de usted, Don
Esteban Adar, recientemente fallecido, y con motivo
de la lectura de su testamento, redactado este en
plenas facultades mentales de su pariente, lega a
usted por el procedimiento “Stultorum a nativitate”
la cantidad de diez mil euros, diez mil, que esperamos
tenga a bien venir a recoger a la siguiente dirección:
c/ Pequeño José Grillo, *º 16, 3º Drcha, Madrid.
Preguntar por el Eminente Albacea.
Sin mas, se despide este que lo es.
Fdo. Jose Grillo
Eminente Albacea.
“¡Mon Dieu!” penso Zeque, y fue de un salto a decirselo a su
familia con su corazoncito henchido de gozo.
-¡Mama! ¡Papa! ¡Abuela! ¡Que se ha muerto el tito Esteban!
¡Viva! ¡Y me ha dejado de herencia diez mil euros, diez mil!
-¡¿Pero que dices?! -le dijo su madre- ¡Si tu no tienes ningun
tio que se llame así! ¡¿Cómo eres tan tonto los cojones?!
-¡Que si, que si! -la contesto Zeque- ¡Que lo dice el Eminente
Albacea Don Jose Grillo! ¡Mira la carta! ¡Mira! -y la mostro el
correo.
-¡Este hijo vuestro da en bobo! -dijo la abuela- ¡¿Qué tio
Esteban ni que mis cojones treinta y tres?!
Al oír esto Zeque parecio dudar.
-Vamos a ver, abuela, haga memoria… -la dijo- ¿Esta usted
segura de que no tiene ningun hijo que se llame Esteban…?
-¡Pero que bobo la verga mas grande eres! -le contesto esta.
-¡Pero si lo ha dicho este señor! -decia un cada vez mas
aturullado Zeque señalando la carta- ¡Y que me van a dar diez
mil euros, diez mil!
-¡…te van a dar…! ¡…te van a dar…! -por fin abrio la boca su
padre, que asistia pasmado a la exhibicion de su hijo, por muy
habituado que estuviera a estos alardes suyos.
-¡Si! ¡Por el procedimiento de Stulnosequehostias…! ¡Lo dice
aquí! -Zeque, que no quitaba el dedito de la puta carta.
-¡Diez mil hostias te daba yo a ti! -su padre- ¡Albardao! ¡Lo
que te van a dar es el carnet de tonto!
Viendo que no habia manera de entrar en razones con esa plebe
tan ignorante el talentoso Ezequiel se metio a cagar, y ya en el
baño y plenamente dedicado a la faena, tan solo de pensar en el
dinero, “su dinero”, se le puso como un canto, asi que abrio las
piernas, agarro un pizarrin pequeñajo y se le sacudió.
A la mañana siguiente, y con la mosca tras la oreja no fuera a
ser que tuvieran razon en su casa, Zeque se dirigio a los
juzgados a preguntar a su amigo Cristóbal, que trabajaba alli de
secretario, si la carta era autentica o si era una broma de algun
hijo de puta. Una vez a las puertas se encontro a un grupo de
gente manifestandose y distinguio entre estos a un afamado
torero con su señora madre, enfundada esta en un visonazo
pese al bochorno -cerca de 35º-, exigiendo tambien ambos la
pena de muerte por asesina para una enferma de sida que habia
abortado voluntariamente. En cuanto Zeque, en cuyo encéfalo
toda estupidez hallaba amparo y que no dejaba pasar ocasión
de cantarle a la mañana, vio aquello se unio a la romería.
“¡Asesina! ¡Puta! ¡Los niños son de Dios! ¡Si te sale enfermo
jodete! ¡No haber follado!” exclamaba el deudo entre otras
brillanteces, y cuando se canso se metio en el edificio a buscar
a su amigo.
-¡Coño, Cristóbal. Mira…! -le dijo en cuanto le vio- ¡Que me
han mandado esta carta de aquí y venia para preguntarte si es
autentica o si puede ser una broma de algun hijoputa.
-A ver…, a ver… -le contesto Cristobal intentando disimular
las ganas de reir que le entraban- …a ver… Pues parece
autentica… Espérame aquí sentadito que le voy a preguntar al
Encargado de Mandar Cartas si esta formalizada o no lo esta…
-Ah…, si…, el Encargado de Mandar Cartas…, ese lo tiene
que saber… -dijo Zeque, confundido.
Cristóbal se bajo de la primera planta en la que se encontraban,
salio del edificio a la cafetería de enfrente descojonándose de la
risa y, después de un café, volvio a por Zeque, que seguia
sentado donde le habia dejado.
-¡Que si! ¡Que es buena! -le dijo Cristobal a Zeque- ¡¿Quién
iba a ser tan hijoputa de querer hacerte una guarrada asi?!
-¡¿Yo que se?! ¡La gente es muy mala…,¿sabes?!
-Nada… Nada… Te vas a Madrid y cobras la herencia… Mira,
si quieres yo mañana temprano te acompaño a la estacion.
¿Vale?
-¡Hecho, tio! -dijo el pánfilo- ¡Tu eres un amigo!
-Para eso estamos, Ezequiel, para eso estamos…-le contesto
Cristobal, condescendiente.
Sábado. Ocho de la mañana. Estacion del ferrocarril. Cristobal
muerto de sueño y Zeque despejadísimo. Se habia presentado
este ultimo bien arregladito, peinao, cagao y meao, y con un
maletín de ejecutivo para recoger “sus euros”.
-Venga… Pagate un café… -Cristobal.
-¡Que no, tio! ¡Que tengo que ir a la ventanilla a coger el
billete!
-¡Pero que billete ni que pollas! ¡Si faltan cuatro horas para que
salga el puto tren!
-¿Y si se acaban los billetes? ¿Eh? ¿Y si se acaban los billetes?
-¡Por no pagar un puto café! -decia Cristobal, desesperado, que
había ido a acompañar a Zeque para reirse de el y ahora se
estaba cagando en la puta hora en que se le habia ocurrido-
¡Por no pagar un puto café! ¡Cabron! ¡No te estiras ni en la
cama!
-¡Bueno! ¡Voy a pillar el billete!
Se acerco a la ventanilla y alli le atendio un hombre de aspecto
adusto.
-Por favor… ¿El proximo tren a Madrid?
-A ver… A las doce y cuarto por la via tres.
-¡Si, si! ¡Eso ya lo se! Queria saber el precio del billete. -
Zeque, nervioso.
-¿Ida y vuelta?
-¡Nos ha jodido! ¡No me voy a quedar alli a vivir!
-¡Sesenta y tres euros! -le contesto de mala hostia el taquillero,
a quien ya le estaban calentando los cojones los modales de
aquel julai.
-¿Y eso cuanto es? -se asusto Zeque, que no dominaba la
conversion.
-¡Pues diez mil quinientas pesetas, majo…! -respondio el otro,
intentando tranquilizarse.
A Zeque, al oir el precio del billete se le cayeron los cojones al
suelo.
-¡Pero bueno! ¡¿Qué precios son esos?! ¡¡¡Pero que país de
hijos de puta!!! -Zeque siempre haciendo biografia.
-¡¡¡Mira, idiota -el taquillero, otra vez de los cojones-, no me
cago en tu padre porque a lo mejor soy yo!!!
-¡Tio asqueroso! -le contesto Zeque y se largo, dejando al
pobre hombre con tres palmos de narices.
No veia a Cristobal por ningun lado. Se fue a la cafeteria y alli
se lo encontró desayunando.
-¡¿Pero tu te has creido?! -entraba diciendo el elemento
litigante desde la puerta- ¡Diez mil quinientas por un puto
billete! ¡Que tarifas! ¡Me cago en Satán!
-¿Y que piensas hacer, salao? -le pregunto jocosamente
Cristobal.
-¡Coño! ¡Irme a dedo!
-¿Pero a donde vas, alma candida? ¿Tu sabes lo que estas
diciendo? ¡A dedo! ¡Por no pagar el billete!
-¡Que si, que si! ¡Ahora mismo enfilo la carretera y ya veras
que pronto me paran!
-Pero… ¿No te das cuenta, celemeque, de la que va a caer? -se
estaba preparando tormenta, y por la pinta de las gordas- ¿No
ves que si te ve cualquiera te puede llamar tonto la picha…?
-¡Nada. Nada! ¡Me voy pa’lla! ¡Adios!
Dicho y hecho. Se dio la vuelta y salio de la cafetería. La
carretera hacia Madrid -antes de entrar en la autovia- estaba a
escasos quinientos metros, pero cuando llego alli ya estaban
cayendo las primeras gotas…
“¡Bueno! ¡Ahora a esperar un ratinín…!” pensaba Zeque
reconfortado por el billete de tren que se iba a ahorrar, y puso
el dedo en funcion pese a que no se veia un vehiculo por
ningun lado.
Una hora mas tarde estaba cayendo una tromba de agua
cojonuda, y Zeque no habia cambiado de postura salvo para
ponerse el maletín encima de la cabeza, con la guisa que
aquello conllevaba. Habian pasado bastantes coches, eso si,
pero no le habian hecho ni puto caso ninguno.
Vio acercarse un camion disminuyendo la velocidad y
poniendo el intermitente. “¡Ya era hora!”. Se detuvo justo a su
lado. En la puerta podia leerse “Transportes Hnos Pinzon”;
Zeque la abrio y pudo ver a un conductor grandisimo en camisa
de interior de tirantes, cara ruda y barba de cinco dias.
-¿A dónde vas, -le pregunto el camionero con voz aflautada y
ojitos tiernos- pedazo de autoestopista?
-¡Anda por ahí! -se asusto el pobre Zeque- ¡Maricon!
¡Sinvergüenza!
-¡Jesus! ¡Qué humos! ¡Santamariabendita! -dijo el
transportista persignándose. Arranco y se largo.
“¿Sera posible?” se preguntaba Zeque. “¡Manda güevos!” Y
espero a que le parara otro coche.
A los veinte minutos y sin para de llover otro buga, este con
tres chavales jóvenes, se paro a unos quince metros mas
adelante de Zeque y el copiloto saco la mano por la ventanilla
y le hizo señas para que se aproximara.
“¡Por fin!” penso y se acerco corriendo al coche con cara de
gilipollas. “¡Gracias, compañeros! ¡Voy a Madrid!” voceaba
mientras trotaba, pero en cuanto estuvo a su altura el vehiculo
arranco y el copiloto y el del asiento de atrás se asomaron a la
ventanilla con pinta de guasa.
-¡Comprate un paraguas! ¡Tontorron! -le gritaron.
-¡¡¡Hijos de puta!!! -aullo Zeque.
“Lo den pol’ culo! ¡Me vuelvo a la estación!” resolvió. Y otra
vez pa’lla.
De nuevo en la estacion, calado hasta el tuetano, Zeque se
comia los huevos pensando en la manera de ahorrarse el billete.
“¿Y si me cuelo en el vagon de mercancias?” “¡Si es que a mi
me pillan!.” Estuvo un rato entregado a estas reflexiones hasta
que al ver a una señora con unas gafas horrorosas estilo
Sánchez Dragó que llevaba una maleta de un metro cuadrado
se le ocurrio una idea.
Se acerco a la cacatua en cuestion y la pregunto si sabia por
que via salía el tren que iba hacia Madrid. “Por la via tres,
joven, pero faltan casi dos horas para que salga. Yo tambien
voy a Madrid.”
“¡Bingo!” penso Zeque mientras se fijaba en las características
de la maleta de la torda, la dio las gracias y se alejo.
Después de espiar un rato a la señora y ver que entregaba la
maleta en la dependencia que la correspondia remoloneo unos
momentos de aquí para alla pensando en sus cosas de Zeque y,
cuando vio la oportunidad apropiada, se introdujo en el
departamento de facturacion de equipajes como quien pasa por
alli a ver que le cuentan.
A las cinco y media de la tarde en la estacion de Chamartin una
señora con unas gafas horrorosas estilo Sánchez Dragó estaba
preparando un trifostio impresionante a un mozo de estacion.
-¡Que te digo yo que esta no puede ser mi maleta! -le decia al
muchacho.
-¡Pero señora! ¿No me acaba de decir que el nombre de la
etiqueta es el suyo y que la maleta es igual?
-¡si, si! ¡Pero esta pesa como un demonio y la mia solo llevaba
ropa!
-¡Pues si que es raro! Se habran equivocado al facturarla en la
anterior estacion…
-¡Pero es que la maleta, LA-MA-LE-TA si que es la mia, que la
conozco por una marca que tiene en un lado!
-Mire señora, acompañeme usted a facturacion a ver si alli
arreglamos este lio…
Fueron al departamento de facturacion y ya alli los empleados
la dijeron que, llevando la maleta su nombre, podia abrirla y asi
salir de dudas.
La señora asi lo hizo y, una vez abierta, ninguno de los
presentes podia dar credito a lo que veía. En el interior habia
un joven desnudo ocupando absolutamente todo el pequeño
espacio y con una particularidad grotesca sin la cual le hubiera
sido imposible introducirse alli completamente: Tenia TODA
la cabeza metida en su propio culo.
Félix García Fradejas.
Marzo 2002.

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