jueves, 20 de octubre de 2011

A VIDA O MUERTE

“Este es el fin, hermoso amigo
Este es el fin, mi único amigo
El fin de nuestros elaborados planes
El fin de todo lo que se mantiene
El fin.”
Jim Morrison.
Eran cerca de las seis de la tarde cuando a Andrés comenzó a
dolerle el brazo izquierdo. Llevaba una temporada jodido de
los nervios, así que lo atribuyo a esto. No habían pasado cuatro
horas cuando le dio el primer infarto.
Lo trasladaron inmediatamente al quirófano. En las cuarenta y
ocho horas siguientes le dieron dos infartos mas, quedando el
ventrículo derecho muerto, por lo que hubo que proceder a un
trasplante de corazón. Realizado este, aun existía el riesgo de
rechazo.
“¡Parece mentira! Faltando dos semanas para el veinticinco!” le
dijo Julio José a Luisa, la mujer de Andrés. Esta no contesto.
Bastante tenia ella encima.
Cuando Andrés recobro la conciencia y le detallaron su
intervención le entraron ganas de reír. “Hay que joderse…”
dijo.
Julio José visito varias veces a Andrés en las dos semanas que
este estuvo ingresado. “¿Qué tal te encuentras?” le preguntaba,
obteniendo siempre la misma mueca burlona como única
respuesta.
El día veinticuatro dieron el alta a Andrés. Cuando lo visito el
cardiólogo esa mañana se le encontró fumando. “No deberías
fumar”, le dijo el doctor. “¿Es que es usted gilipollas?” fue la
contestación.
El día veinticinco lo paso Andrés con su mujer y su hijo.
Apenas hablaron. Luisa y Miguel, su hijo, no cesaron de llorar.
La mirada de Andrés estaba vacía.
Aproximadamente a las once de la noche llego Julio José
acompañado de dos funcionarios. “Es la hora, Andrés” le dijo.
Andrés se incorporo, se dejo esposar por los boquis, se
despidió de su mujer y su hijo y se dejo conducir por Julio
José, director de prisión, hacia la sala en la que le aguardaba la
silla eléctrica.
Sentaron a Andrés en la silla, y mientras uno de los boquis le
colocaba encima toda la puta parafernalia de esta, Julio José le
comunicaba que debían esperar hasta las doce, por si llegaba el
indulto del Presidente del Gobierno. “Tal vez… Dado lo
ocurrido estos últimos días…”
Andrés miraba a los asistentes que a su vez le observaban a el
tras el cristal. Fríos, imperturbables, con el ademán de
suficiencia del que considera que soluciona algo; tal vez alguna
mueca mas expectante, respetable publico purgando sus
frustraciones en sujeto ajeno. Así se tiraron un rato, jugando a
la mirada del lobo, solo que en esta ocasión nadie apartaba la
vista. Al cabo de un tiempo Julio José, el dire, levanto la vista
hacia el reloj. Las doce. Se dirigió al funcionario encargado de
activar la silla.
“¡Proceda!”
Nota de prensa:
SUCESOS
EJECUTADO EL “CRIMINAL DE LA CUCHILLA DE
AFEITAR”
La pasada noche Andrés Muñoz Ramos, el “criminal de la
cuchilla de afeitar”, fue ejecutado por el procedimiento de
electrocución (silla eléctrica) en el penal San Francisco Franco,
después de treinta y seis meses de reclusión en el corredor de la
muerte de dicha penitenciaria.
Como se recordara A.M.R., de treinta y ocho años, fue
condenado a muerte tras haber sido declarado culpable por un
jurado popular del horrendo y cobarde crimen de intento de
suicidio, todo esto pese a la tenaz resistencia de la defensa, que
alegaba como circunstancia atenuante una supuesta
enajenación mental transitoria producida por la también
supuesta depresión profunda en la que, a la sazón
supuestamente, cayo el acusado con motivo de la accidental
muerte de sus padres y sus dos hermanos menores ocurrida tres
meses antes de los hechos al producirse un incendio en el
domicilio de estos. / H. P.
Félix García Fradejas.
Marzo 2001.

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